Torredelcampo- Castillo del Berrueco

Nivel: Fácil
Tiempo estimado: 1 hora
Tipo de firme: Asfalto
Inconvenientes: Tráfico frecuente en época de recogida de aceituna

Empecé esta ruta desde el cementerio de Torredelcampo (Jaén) tomando la carretera de Fuerte del Rey, carretera que se sumerge en la campiña olivarera, dejando a sus lados pequeñas lomas que me acompañaron durante todo el recorrido bajo la atenta mirada de Jabalcuz, pico del cual me alejaba tras cada pedalada. Recorridos 6 Km aproximadamente encontré, el primer cruce, siguiendo hacia la izquierda según el sentido de la marcha (dirección Torre Olvidada).

Pasados un par de kilómetros, observé como se alza ante mi la vieja Torre olvidada, por la que parece no pasar el tiempo. Elevada sobre un asentamiento íbero-romano en cuyo origen se utilizo para dar apoyo al castillo del Berrueco y al castillo de Santa Catalina.


Siguiendo pedaleando, bajo un sol aterrador, a pesar de ser las 19:00 de la tarde, el olivar empieza a engullirme, dejándome tan solo apreciar alguna que otra perdiz, que huye a mi paso.
Pasado el tiempo, cuando empezaba a pensar en que me había perdido, pues había perdido toda referencia posible, y con el deposito de agua a medias, empezaba a pensar en el regreso... entre las pequeñas lomas de olivos se habría paso el castillo del Berrueco.


Este fue erigido por los árabes durante el s.XII está situado junto a un antiguo cruce de caminos (Jaén-Arjona e Iliturgi-Martos), de alto valor estratégico, como lo atestigua el asentamiento del Cerro San Antón. La fortaleza se erige sobre un saliente rocoso, estructurándose en dos recintos claramente diferenciables. El recinto superior está defendido y delimitado por tres torres, dos de planta circular y la tercera cuadrada, ubicadas en sus esquinas y un muro de cierre. El recinto inferior se encuentra en un espacio muy escarpado, por lo que sus murallas se acoplan a la orografía del terreno, dando lugar a un trazado quebrado que facilita la defensa. Algunos lienzos de la muralla conservan aún los adarves, defendidos por aspilleras y almenas apuntadas. El lienzo norte conserva restos de matacanes o parapetos en voladizo, sostenidos por ménsulas que intentan proteger un punto débil de la defensa.


Cuenta la leyenda de este castillo y que recoge Juan Eslava en su libro 'Castillos y atalayas del reino de Jaén' que don Pedro Girón, maestre de Calatrava, ofreció a Enrique IV deponer las armas si le concedía la mano de su hermana Isabel, la futura Isabel la Católica. El monarca después de darle vueltas a la ida optó por aprobar el casamiento, aunque el maestre calatravo doblaba la edad de Isabel, porque de esa manera pensaba que podría ganarse un enemigo.La noticia llenó de alegría al maestre de Calatrava que comenzó con los preparativos de esa boda tan querida por él. Para ello se encargó de invitar a lo más selecto del reino y en unos días comenzaría el viaje que le llevaría hasta su amada.


Todo ese tiempo estuvo Pedro Girón tan nervioso por el magno acontecimiento que se iba a celebrar que apenas comió, por mucho que le insistían las personas que le rodeaban.El día de la partida llegó y el maestre de Calatrava acudía a la boda con un lucido séquito que se le hizo de noche y decidieron quedarse a pernoctar en el castillo del Berrueco, porque era la fortaleza más cercana del lugar donde se encontraban. Allí fueron recibidos con todos los honores que se merecían. Aquella misma noche una gran bandada de cigüeñas estuvo largo rato sobrevolando el castillo en círculos, para después proseguir su viaje en dirección a Castilla.

Las personas que acompañaban a Pedro Girón tomaron lo de las cigüeñas del Berrueco como un mal augurio y así se lo expresaron al propio esposo, pero debido a su intenso deseo de llegar junto a su amada, apenas si dio crédito a lo que le decían. El caso es que la comitiva continuó su viaje. A los pocos días acampó en Villarrubia, cerca de Ciudad Real, donde don Pedro, después de cenar, se retiró a dormir y por la mañana lo encontraron muerto de 'esquiecencia', según cuenta la crónica.


Los que le acompañaron recordaban cómo habían sobrevolado las cigüeñas sobre el castillo del Berrueco, y que ello anunciaba algo malo para los que allí se encontraban. Otros, sin embargo, apuntaban a que la cena fue la causante de su muerte.Un grupo minoritario se encargó de difundir que el propio monarca Enrique IV se había arrepentido de ofrecerle a su hermana en casamiento y se había conjurado para lograr que Pedro Girón no llegase nunca a la boda.


Fuentes:
http://www.castillosnet.org/

http://www.ideal.es/


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