

Fuente: IGN
Como primera medida para protegerse del impacto directo el montañero que prevea o se encuentre ya inmerso en una tormenta de estas características tendrá que abandonar de inmediato las zonas altas de la montaña como sus cumbres, crestas y aristas. Y debe también conocer que las grandes paredes de roca le protegerán siempre que mantenga una distancia mínima a ellas de al menos dos metros. Los techos y las paredes extraplomadas no ofrecen toda la seguridad que parecen dar.
Las corrientes de tierra son más dificiles de evitar.
Hay que tener en cuenta:
- Podemos guarecernos en el interior de un bosque, mejor cerca de los árboles más bajos.
- No situarnos en zonas humedas y mojadas, ni sobre cauces de agua por pequeños que éstos sean.
- No situarnos en zonas de grietas, sobre todo en paredes y bloques de roca.
- Nos deberemos sentar, o en su defecto agachar, sobre objetos aislantes (sobre la cuerda, sobre la mochila si ésta no tiene armazón metálico, sobre la esterilla, etc siempre que estén secos) siempre manteniendo los pies juntos y las manos alejadas del suelo, por ejemplo sobre las rodillas. Nos deberemos recoger lo máximo posible para tratar siempre de ocupar un menor espacio.
- No hay que correr, ya que la turbulencia de aire provocada podría atraer al rayo.
- No hay que protegerse bajo árboles o piedras aisladas, que podrían hacer de pararrayos. . Los árboles que forman bosques son menos de temer porque aumentan las posibilidades de que la chispa eléctrica caiga lejos.
- En las casas fuera de la ciudad, cierre puertas y ventanas. No camine sobre suelos húmedos o con calzado mojado.
- No salga a la puerta ni tenga las ventanas abiertas.
- No tener contacto con el agua, por ejemplo cuando se está en la playa o cerca de un río o un lago. La salinidad del agua permite que toda la intensidad de la descarga eléctrica produzca efectos fatales.
- Alejarse de las verjas metálicas o vallas. Estas podrían causar la muerte aun sin hallarse en contacto con ellas. Por tal motivo, se recomienda alejarse de toda clase de maquinaria, vehículos y herramientas.
- No usar paraguas con punta de metal
- No andar descalzo
- No hay que quedarse en la orillas de ríos, valles estrechos o zonas donde pueda acumularse el agua, para no vernos sorprendidos por una crecida.
- Dentro de la casa, la máxima seguridad se encuentra sobre la cama, principalmente si es de madera.
- Durante la tormenta no utilice artefactos eléctricos; use el teléfono solo en una emergencia.
- No protegerse en una tienda de campaña, ya que sus varillas metálicas podrían hacer de pararrayos.
- No montar en bicicleta.
- Los edificios grandes como escuelas y otros similares, son seguros.
- No meterse en pequeños agujeros o pequeñas cuevas que encontremos en la roca, puesto que no podremos cumplir la distancia mínima de seguridad con la roca y la propagación de la electricidad del rayo podría pasar directamente a nuestro cuerpo. Las cuevas y agujeros más grandes sí nos darán buena protección siempre que mantengamos las siguientes distanticas mínimas con la roca: dos metros con el fondo y un metro con los lados, el techo y la entrada. En estas cuevas y agujeros más grandes también será preferente sentarnos sobre algún objeto aislante y mantenerse lo más recogidos posible y sin colocar las manos en el suelo.
- No meterse bajo pequeños techos y extraplomos de roca puesto que no nos permitirán mantener las distancias mínimas de seguridad con la pared.
- Separar de nosotros los materiales metálicos que llevemos como equipo, tales como bastones de aluminio, crampones, piolet, material de aseguramiento, etc. No es necesario tirarlos sólo separarlos de nosotros puesto que no atraen los rayos por sí mismo, en contra de la creencia popular, sino que sólo son muy buenos conductores de la electricidad.
- Si nos refugiamos en una pequeña cabaña, caseta o refugio recordar no acercarse a la puerta ni a las ventanas que pudiera tener, manteniendo éstas siempre cerradas si es posible. Mantenerse siempre en el centro y no acercarse a la chimenea en caso de que existiera.
Si oimos a nuestro alrededor un zumbido parecido al de algunos insectos y se nos comienza a erizar el cabello y el bello del cuerpo deberemos saber que la descarga es inminente. Nos desharemos inmediatamente de todo el material metálico que llevemos en ese momento como el bastón o el piolet, elementos éstos que pueden presentar en este caso el fenómeno conocido como el Fuego de San Telmo.
Otro dato importante es conocer aproximadamente a qué distancia está de nosotros una tormenta y si esta se aleja o no de nuestra posición. Para ello hay que recordar que por cada tres segundos que pasan desde que vemos el relampago hasta que oímos el trueno la distancia es de un kilómetro aproximadamente.
Fuentes:
http://www.sistemacentral.net/
Su mitología era politeísta. Según ella los padres del mundo son Rangi (el Cielo) y Papa (la tierra). Ambos se hallaban unidos en un abrazo del que les separaron sus hijos, provocando la entrada de la luz en el mundo. La lluvia son las lágrimas de la pareja por su separación.
Los hijos de los dioses creadores ostentan diversos poderes. Tane es el dios de la flora,, Rongo de la agricultura y la paz, Tangaroa del mar, Tu de la guerra, Tawhiri de los vientos y Whiro del mal y la oscuridad. Fue Tane quien formó a la primera mujer y le dio vida. La tomó como esposa y del matrimonio nació una hija que se convertiría en la madre del pueblo maorí.
Su sociedad se caracterizaba por las frecuentes disputas, dado que era un pueblo eminentemente guerrero. Se hallaban establecidos en grandes grupos familiares, aunque hoy en día lo hacen en pequeñas familias que mantienen el contacto con los grupos relacionados con ellas por antepasados comunes.
Aunque muchas de sus tradiciones se han perdido con su integración en la sociedad neozelandesa, todavía se reúnen para fiestas y celebraciones en un terreno colectivo al que denominan marae y está formado por una casa de reuniones, un comedor y un patio.
Una curiosidad de este pueblo es la especialización de sus integrantes en diversas expresiones artísticas como la oratoria, el tatuaje, la escultura o la poesía. Toda la cultura maorí está muy impregnada y relacionada con las artes. Sus casas están decoradas con tallas de madera y todavía decoran sus cuerpos con adornos y tatuajes complejamente elaborados.
Los hombres lucen tatuajes en la cara, hombros, muslos y nalgas, con diseños en forma de espiral que representaban el rango social del individuo. Por ello los tatuajes eran signo distintivo de la jerarquía que ocupaba. Cuando alguien accedía a un rango superior, con una demostración de valentía, se le otorgaba un ascenso, y el tatuaje conseguido pasaba a ser hereditario para sus descendientes.
Los maoríes solían guardar las cabezas tatuadas de sus antepasados, y, a la llegada de los europeos se produjo una persecución de estos objetos para su comercio, lo que hizo que la práctica desapareciera. Hoy en día aunque han perdido su simbología jerárquica, existe un resurgimiento del tatuaje entre la población maorí como forma de reivindicación colectiva.
El primer europeo que se encontró con este pueblo fue Abel Tasman (1642). James Cook entabló relación con ellos a finales del siglo XVIII. A partir de ese momento los contactos con los extranjeros fueron frecuentes y los maoríes aprendieron a leer y escribir, interesándose enormemente por tales actividades.
Como en tantos otros pueblos del mundo, la introducción de las armas causó importantes efectos en las relaciones intertribales. Los jefes maoríes firmaron finalmente un tratado con los ingleses que les convertía en sus súbditos, a cambio de la protección de sus tierras. Hoy en día el tratado sigue suponiendo enfrentamientos entre ambos pueblos. Los mayores problemas que se originaron con los ingleses fueron debidos a la propiedad de la tierra.
A mediados del siglo XIX los maoríes eligieron a un rey: Te Kooti como su mayor representante por encima de los jefes tribales. Esto fue entendido como un desafío para los ingleses y comenzaron los enfrentamientos. El nuevo rey fue encarcelado pero escapó y encabezó una guerrilla que luchó contra los ingleses hasta 1872.
Las tierras fueron incautadas, lo que provocó disputas a lo largo de 30 años más. Finalmente, establecidos varios acuerdos los maories se establecieron en pequeños poblados en la tierra que aún les pertenecía y se mantuvieron alejados de los europeos. No recibieron ningún tipo de ayuda, lo que les empobreció sobremanera.
A finales del siglo XIX la población había disminuido enormemente por causa de las guerras y las enfermedades importadas por los europeos como la gripe, sarampión y tosferian. De 120.000 maoríes en 1769, quedaban 42.000 en 1896.
En la primera y segunda década del siglo XX los dirigentes maoríes fundaron el parido Young Maori y comenzaron a desarrollar sus dotes políticas, incluso en el parlamento británico. Los jefes apoyaron medidas como la compra de la tierra, lo que provocó el rechazo del pueblo. Otros jefes tribales se dedicaron a proveer de avances a sus propias tribus, mejorando la sanidad, educación y economía. Desde ese momento, se produjo un resurgimiento de la natalidad, y en 1990 los maoríes habían llegado a 300.000 individuos. El movimiento religioso Ratana se convirtió en un partido político que consiguió mejorar las condiciones de vida de los indígenas.
Al final de la II Guerra Mundial muchos maoríes se integraron en la cultura europea de la isla. Comenzaron a trabajar en fábricas y a desplazarse a las ciudades, ya que en sus poblados no poseían ayudas para la agricultura. En 1980 el 90% de los maoríes vivía en las ciudades. La convivencia no es fácil, ya que las estructuras sociales no contemplan la posibilidad de que los maoríes desarrollen sus propias tradiciones, enseñanzas y cultos. Hoy en día, hay un resurgimiento de las reivindicaciones de este pueblo, incluso sobre las tierras expropiadas. Aunque el analfabetismo es mayor entre la población maorí, muchos de ellos son médicos, abogados, empresarios o diputados.
Fuente: http://mapahumano.fiestras.com